Recientemente han salido a la luz unos datos sobre comedores infantiles y de ancianos que considero que también podemos aplicar a los propios hogares.
La experta en nutrición María Teresa García del Instituto de Salud Carlos III de Madrid afirma que los procesos de elaboración y manipulación de los alimentos en muchos casos se han alargado tanto que hay algunos que pueden convertirse en un foco de enfermedades cuando llegan a la mesa y que ambos tipos de comedores son los que se enfrentan a mayores riesgos.
Ella defiende que la cadena alimentaria tiene que ser lo más corta posible y que los productos cuanto más frescos, más sanos porque a más manipulación más posibilidades de que dé algún problema. Como ejemplos cita sustancias residuales en productos envasados en plástico o en latas.
Y también denuncia que en esos menús se abusa de las frituras y el surimi suele sustituir al pescado perdiendo así la grasa natural de éste.
No creo que nos haya descubierto nada nuevo y me pregunto si se le puede acusar a los comedores de un pecado que también cometen los hogares. Me remito a los numerosos anuncios televisivos de comida envasada/preparada y a las estadísticas de aumento considerable de estos productos.
Por tanto el problema es mucho más grande. Eva nos alertó y aleccionó sobre la escasez de fruta fresca en la dieta y algunas encuestas han revelado que hay muchos niños que nunca han comido una naranja o tomate.
Si se trabaja conjuntamente desde los colegios y las familias, se conseguirán mejores resultados. La iniciativa del colegio de Barcelona con menu ecológico y pedagogía sobre su procedencia y sus virtudes es un gran paso para ganar en frescura en el plato. Si a eso se le añaden las jornadas de educación para padres en materia de alimentación y consejos de recetas sanas, los resultados se potencian.
No me extraña que triunfen tanto los programas de coach en España: Supernanny (educación), Soy lo que como (alimentación), Ajuste de cuentas (ahorro), etc. Parece que ahora que somos tan modernos y tenemos tanta tecnología y apenas tiempo, hemos olvidado criar, comer y vivir.
¡Necesitamos volver a tocar tierra¡
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