Las quejas contra las madres que amamantan en público serán cada vez más

Las quejas contra las madres que amamantan en público serán cada vez más
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Ayer mismo nos hablaba Lola de una madre invitada a amamantar a su bebé en otro sitio en la tienda de ropa Primark, siendo otro caso más después del comentado hace unos días de una madre en Texas, con vídeo y todo, o del de la madre invitada que tuvo el mismo problema en un club de golf.

Además de estos casos recientes hay otros que llevan tiempo sucediendo, así como cartas a periódicos que sugieren que lo de dar el pecho tendría que hacerse en privado. Es algo que no debería pasar, pero pasa, y es algo que muy probablemente irá en aumento. Las quejas contra las mujeres que amamantan en público serán cada vez más, y ahora os diré por qué.

Lo que fue normal ahora no lo es tanto

No es que tenga mucho misterio, es una cuestión de lógica. La última mujer a la que yo vi amamantar a un bebé antes que a mi mujer es una chica a la que vi dando el pecho a su bebé cuando yo tenía 7 años (si mal no recuerdo). Y esa era la tercera mujer a la que veía hacerlo contando a mi madre. Después de ella pasaron 20 años hasta que vi a mi mujer dar el pecho a mi hijo, así que en esos 20 años me acostumbré a la costumbre, a ver bebés tomando biberón por todas partes.

De hecho, me parecía tan normal que cuando la enfermera le preguntó a Miriam si iba a dar pecho o biberón pusimos cara de "no sé, pues pecho...", en plan, probamos pecho, y si no pues biberón (teníamos biberones en casa que habíamos comprado para eso, para cuando hicieran falta).

Sin embargo, la elección hizo que Jon tomara pecho y la tozudez de Miriam hizo que mamara durante mucho tiempo, y digo tozudez porque al mes tenía unas grietas impresionantes, un dolor terrible (mordiendo pañuelos todo el mes) y todo para que Jon ganara poco peso y se pasara el día llorando. O sea, que lo que dicen muchas mujeres de "daré pecho, pero si la cosa va mal le daré biberón sin problemas", Miriam se lo saltó, porque sufrió lo indecible y aguantó, no sé cómo.

Al mes le cortaron a Jon el frenillo sublingual (tenía un frenillo tipo I, que le anclaba la lengua desde la punta, haciendo muy difícil el amamantamiento) y a partir de ese día apareció un claro entre las nubes: Jon mamaba mucho mejor, tardaba mucho menos, las tomas ya no dolían y las grietas empezaron a curar.

Así fue como los biberones se quedaron sin estrenar y como poco a poco me fui dando cuenta de que un bebé puede tomar el pecho cuanto tiempo quiera y no sólo los tres meses en los que mi madre se quedó sin leche conmigo y mis hermanos (típico síntoma de la crisis de los tres meses) y así es como la lactancia empezó a ser para mí lo más normal del mundo. Luego, movido por la curiosidad, leí algún libro de lactancia, me formé como asesor y finalmente entré a trabajar en pediatría.

Cuantas más madres amamantan, más quejas habrá

Pues bien, como lo normal ha sido durante varias décadas no ver a mujeres dar el pecho en público y como lo normal ha sido que los bebés tomen biberón va a costar un poco que la sociedad vea normal el que una madre dé el pecho a su bebé en la calle.

Va a costar, pero estamos en ese proceso, porque las tasas de lactancia están aumentando. Cada vez son más las madres que amamantan y, en consecuencia, son más las mujeres que ven que lo normal y lo lógico es que un bebé tome el pecho y que lo haga allí donde haga falta. Esto hace que muchas empiecen a mostrarse más, o lo que es lo mismo, que empiecen a esconderse menos, que una cosa es tener un mínimo de discreción, si es que se quiere (porque hay mujeres que lo prefieren así), y otra muy diferente es tener que irte de donde estés, aguantar la respiración para ver si así te haces transparente junto con el bebé o darte cuenta que es imposible y ponerte un trapo encima para que nadie te vea, y no porque te dé vergüenza, sino porque no quieres molestar.

Pues estando en ese punto en que las madres tienen ya menos pudor y tienen claro que el bebé tiene que mamar allí donde pida, el número de madres que amamanta en público es cada vez mayor, y en consecuencia el número de quejas, de madres invitadas a salir o a amamantar en otro sitio, irá en aumento también.

Es normal, es algo que sucederá cada vez más hasta que un buen día, vaya usted a saber cuándo, la tendencia empiece a disminuir al considerar la mayoría de la sociedad que eso de que un bebé mame en una tienda de ropa, en un museo, en una piscina, en un restaurante, en una cafetería o en medio de la calle es lo más normal del mundo porque... ¡tendrá que comer el chiquillo!

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