Cómo ser testigo pasivo del fracaso de una lactancia

Cómo ser testigo pasivo del fracaso de una lactancia
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Vaya por delante que el término “fracaso” no me acaba de gustar para referirme a una lactancia que no llega a establecerse. Podría hablar también de una lactancia fallida, una lactancia interrumpida, abandonada… el caso es que una madre que decide dar el pecho al bebé, por las razones que sea, no acaba llevándolo a cabo (incluso cuando para ella no suponga un fracaso).

Es lo que pasó hace unas semanas cuando yo estaba en el hospital acompañando a mi hija pequeña que estuvo ingresada tres días. En la planta de pediatría y maternidad escuché en un par de ocasiones a un padre de un bebé recién nacido hablar con el personal sanitario.

En este caso, la testigo pasivo fui yo, pero también lo fue el personal que allí atendía a la madre y a su bebé. Y eso es más preocupante, porque que yo no me meta donde no me llaman es más lógico (y más si tenemos en cuenta que no conocía a esas personas de nada). Pero que no lo hagan las personas a las que se acude en busca de ayuda y cuya función, entre otras, es esa… eso ya es otro cantar.

No sé cómo fueron las anteriores conversaciones entre la madre que acababa de dar a luz y la pediatra que le enviaron cuando el padre dijo que no había manera de que el bebé recién nacido se enganchara al pecho. O la matrona.

Quiero creer que, como me sucedió a mí (aunque con alguna excepción sobre la que volveré), le ayudarían a adquirir la “técnica” o al menos a tranquilizarla y a enseñarle que es normal que al principio cueste, que hay que tener paciencia. Que con el calostro el bebé tiene suficiente, que no solo llora por hambre…

No sé si la madre lo intentó mucho o poco, desconozco el apoyo que tuvo de su familia, no sé cuántas veces pidieron consejo o ayuda, yo solo presencié una. Y la última conversación que presencié entre el mismo padre y el personal sanitario, al día siguiente, ya no demandaba ayuda para instaurar la lactancia.

La madre quería que le dieran la pastilla para interrumpir la subida de leche, porque no había manera de que el bebé mamara y la leche no llegaba. Tal vez le habían dado un biberón “de ayuda” y el bebé estaba tranquilo por primera vez (y los padres también). Tal vez lo pensaron mucho, tal vez poco, tal vez no hubo biberón de por medio… no sé cómo sucedió en realidad.

amamantando

Pero me hubiera gustado ser uno de esos profesionales (o una buena metomentodo) para hablarle al padre y decirle que no desistieran, que era pronto, que había tiempo, que es normal que haya dificultades, y preguntarle cómo estaba el bebé, el problema que había para coger el pecho, si había probado diversas posturas…

Podría haberle contado mi caso (pero no me lo habían pedido) y cómo la leche tardó tres días en llegar pero al final llega, no fue fácil, dolió y costó mucho, pero llegó, no hubo diferencias entre el parto por cesárea y el parto vaginal…

Que no es cierto que la leche no vaya a subir, o que se tenga poca leche como asegura el “saber popular”, y que es normal que el bebé quiera mamar continuamente, de hecho es lo necesario para estimular la producción.

Pero claro, quién soy yo para meterme en lo que no me llaman. También me hubiera gustado decirles a las enfermeras, “¡Vamos, podéis ayudarle!” ante su silencio al requerimiento del padre. Pero se limitaron a decir que se lo dirían al médico.

Estoy segura de que no soy quién para criticar a estos profesionales porque no sé cómo sucederían los hechos, ni antes ni después (¿iría la matrona o la pediatra a ver cómo seguían la madre y su bebé o simplemente le llevarían la pastilla?). Tal vez ellos ya habían hecho todo lo posible (aunque no fue esa la sensación que me dio), pero yo no lo vi.

Los profesionales sanitarios, los pediatras, son muy importantes en el fomento de la lactancia y también deben serlo a la hora de informar a las madres que deciden dar biberón, siendo claros y veraces al tiempo que sensibles a la hora de transmitir la información. No era mi tarea, era la suya.

Por eso ser testigo pasivo del fracaso de una lactancia es más grave en su caso. Aunque a mí, sin dramas, se me quedó esa espinita clavada pensando que, solo tal vez, yo podía haber servido de ayuda. Y reflexionando sobre lo que sucederá en otros hospitales cuando estas escenas se repitan día tras día.

Foto | c r z en Flickr
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