Propósitos para la vuelta la cole: Se acabaron las prisas

Propósitos para la vuelta la cole: Se acabaron las prisas
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A medida que Agosto se va agotando en los calendarios, a los padres de niños en edad escolar empiezan a temblarnos las canillas recordando los peores momentos del curso pasado. Quién más y quién menos es consciente de que gran parte de los agobios de la vida escolar los creamos nosotros mismos, los padres. Con nuestra mejor intención, eso siempre. En nuestras manos está organizarnos mejor y revisar nuestras estrategias para hacer la vuelta al colegio más agradable para toda la familia.

Estos días de Septiembre en los que ultimamos los preparativos para el nuevo curso son muy propicios para elaborar nuestra lista de buenos propósitos para la vuelta al cole. En mi caso lo tengo claro: Se acabaron las prisas.

Las mañanas, el talón de Aquiles

El vicio adquirido de vivir metiéndoles prisa a nuestros hijos suele alcanzar su momento culmen en las mañanas de los días lectivos. Momento vital en el que las madres solemos tocar fondo, como mínimo, una vez a la semana. Mundialmente conocida es también la sordera selectiva de los niños a este tipo de aspavientos y ultimátums, los niños, muy a nuestro pesar, no conocen la prisa.

Mi hija mayor, por ejemplo, suele olvidarse de lo que está haciendo, o se supone que está haciendo, en el impass de llevar el cepillo de dientes a la boca. Momento en el cual, lejos de empezar a cepillar como haría cualquier persona, ella suele dedicarse a bailar la Macarena, charlar con su hermana, La Segunda que a su vez se lava las manos con una dedicación y esmero que bien pueden llevarle quince minutos, o simplemente a mirarse impávida en el espejo.

Para una madre con los tiempos y los horarios de su prole grabados a fuego en le cerebro esto es una fuente constante de desesperación y agobio. Solemos levantarnos con el "venga que llegamos tarde" impreso en los labios sobre el que solemos elaborar según nuestro humor y grado de desesperación derivando en todo tipo de aseveraciones caústicas como "vosotros veréis pero yo me voy", "como sigáis así va a venir la policía a buscaros" o, simplemente, un desgarrador "¡os queréis dar prisa que llegamos tarde!" en sí bemol.

Este estado de estrés perpetuo puede convertir las mañanas escolares en un infierno familiar que no beneficia a nadie. Son precisamente estas horas clave del día cuando tenemos que multiplicar los esfuerzos para que los niños lleguen al colegio a tiempo pero también tranquilos y contentos.

A quien madruga Dios le ayuda

La clave del éxito está en levantarse con tiempo suficiente. Seamos realistas, un niño tarda un rato largo en desperezarse. Necesitan un tiempo para remolonear, quitarse las legañas y darse cuenta de que llevan diez minutos delante del vaso de leche y la tostada sin tocarlos. Además, hay niños que se levantan charlatanes, con ganas de hablar de lo humano y lo divino entre cucharada y cucharada de cereales. Si le damos al desayuno el tiempo suficiente podemos convertirlo en un momento agradable para hablar sobre las actividades y quehaceres de ese día concreto.

Ese cuarto de hora que solemos robarle al despertador puede ser la diferencia entre el agobio y la concordia. Si los niños están cansados y necesitan dormir más siempre es mejor acostarlos antes que levantarlos más tarde. En nuestro caso, con cuatro fieras que acicalar cada mañana, nos damos como mínimo una hora desde que las levantamos hasta que salimos por la puerta.

Reinventando el tiempo

Otra realidad innegable es que los niños, aunque sepan leer la hora, no tienen conciencia del tiempo. De nada sirve hablarles de salir de casa en diez minutos o darles cinco minutos para que se acaben el colacao. Ellos seguirán a su ritmo impasible.

Un técnica muy útil es separar las rutinas y poner alarmas para que sepan con qué deberían haber acabado cuando suene cada timbre. Yo suelo poner dos, una para indicar cuando se acaba el desayuno y otra cinco minutos antes de salir para que el que no esté listo sepa que tiene que darse mucha prisa. Los días que lo veo más crudo suelo permitirme algún recordatorio tipo "uyyy como sigas así va a sonar la alarma" pero el hecho de que los tiempos los marque un aparto sin emociones reduce considerablemente nuestro dramatismo mañanero.

No soy la única en aplicar métodos de este estilo. Pilar nos contaba hace algún tiempo cómo había dejado de meterles prisa a sus hijas en su blog maternidadcontinuum.

Olimpiadas matutinas

Otros métodos que suelen gustarles a los padres son los de convertir ciertas actividades mañaneras en concursos o carreras, sobretodo entre hermanos. El "a ver quien consigue beberse el colacao mientras cuento hasta diez" o "el primero que se persone en la puerta con el abrigo puesto gana" dan buen resultado aunque suelen ir perdiendo efectividad con el tiempo y hay que innovar para mantener el interés de los niños.

El camino de la reconciliación

Sea como fuere, no importa como de bien o de mal se nos haya dado la mañana, lo importante es aprovechar el trayecto hasta el colegio para limar asperezas, relajar el ambiente y despedirse siempre con una sonrisa en la boca. Es importante no despedirse enfadados y que los niños lleguen contentos y con ganas al cole.

Pero seamos optimistas, este año yo espero cumplir todos mis buenos propósitos para la vuelta al cole. Empezando por este, se acabaron las prisas.

Foto | Bareley en Flickr En Bebés y más | Vuelta al cole: claves para sobrellevarla sin estrés, ¿Cómo debe ser un buen desayuno para rendir en el cole?

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