Razones por las que dejar de gritar

Razones por las que dejar de gritar
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Si la semana pasada hablaba sobre las razones por las que padres y madres les gritan a sus hijos sin desear hacerlo hoy me dedicaré a otro de los temas que surgen siempre que abordo esta cuestión: las razones por las que queremos dejar de gritar a nuestros hijos.

Los padres y madres gritan a sus hijos y no quieren hacerlo. Cuando les pregunto las razones por las que les gustaría dejar de gritar y creen que es necesario dar ese giro, suelen expresar motivos comunes que, estoy segura, los lectores de Bebés y más van a reconocer en ellos mismo.

Para llegar a cambiar esta pauta y dejar de gritar a los niños es indispensable, ante todo, tener claras nuestra motivaciones, pues sabiendo estas no nos parecerá tan inalcanzable el objetivo. Y el objetivo es, sin duda, mejorar la comunicación y la relación con nuestros hijos y ayudarlos a desarrollarse sanamente.

Sin embargo, pese a que hay razones muy poderosas y lógicas para dejar de gritar a los hijos quiero, siempre, dejar claro que la perfección es inalcanzable y que nada nos lastra más que ser perfeccionistas. Debemos mejorar, ponernos altas objetivos, tener altas expectativas sobre nosotros mismos, comprometernos, avanzar, ser valientes... por supuesto, pero no pensar que nunca jamás fallaremos.

Sin ser indulgentes y comodones, sin estar justificándonos continuamente, admitamos que somos humanos y que, como en todo, el error es una oportunidad de mejora y ejemplo, cuando lo usamos como un escalón más hacia el objetivo final. Dicho esto, vamos a ver que razones tenéis para dejar de gritar a vuestros hijos.

Les da miedo

Las primeras veces que le gritamos a nuestros hijos se quedan paralizados, atemorizados. Quizá si gritarles sea una costumbre al final parecen inmunizarse, pero ese miedo inicial siempre permanece: miedo a no ser querido, miedo a que les hagamos daño. Nadie quiere ver miedo en los ojos de sus hijitos.

Daña su autoestima

Que alguien a quien amas y de quien dependes absolutamente te grite, y sobre todo si cuando te grita te dice cosas horribles, es algo que rompe la confianza en uno mismo y la creencia interna de que merecemos ser respetados y tratados con educación incluso cuando cometemos errores. Más claramente dañino para la autoestima que eso poco existe. Si hacemos que nuestros hijos consientan que nosotros les gritemos quizá, en el futuro, no sepan que merecen ser bien tratados por los demás.

Les enseña a gritar para comunicarse

La comunicación es algo que se aprende y de quien nuestros hijos aprenderán pautas de comunicación será de nosotros sobre todo. Si gritamos, claramente, les enseñamos que gritar está permitido y es aceptable. Nuestros hijos gritarán. Nos van a gritar a nosotros y terminarán sin capacidad para entener que otras personas no quieren que les griten. La responsabilidad de enseñarles que, incluso si estás alterado, puedes hablar sin gritar, es nuestra. Luego los padres se quejan de que sus hijos gritan...

Damos un ejemplo de descontrol y violencia

Cuando gritamos no solo estamos enseñándoles que gritar es una pauta de comunicación aceptable y la normalizamos, sino quedemos un ejemplo horrible de personas que pierden el control y usan la violencia verbal cuando se alteran, siendo agresivos y mostrándonos como incapaces de controlar el enfado y expresarlo sin hacerles daño. Como ejemplo, pésimo. Está garantizado que lo van a repetir.

Nos hace sentir culpables

La verdad es que, sea cual sea el estilo de crianza y las ideas sobre educación, después de gritarle a los hijos los padres y madres se sientan fatal, muy culpables, muy defraudados consigo mismos. La culpabilidad no sirve de nada si no la transformas en compromiso de mejora y responsabilidad. Hay que pedirle perdón a los niños y explicarles que nos pasaba y, además, reconducir el conflicto inicial para que ellos también puedan cambiar. No gritar no es dejar que los niños hagan cosas peligrosas o dañinas para ellos, no es criar niños sin límites, simplemente es ayudarlos sin usar la violencia verbal.

Les enseña que solo hablamos en serio si gritamos

Por añadidura, si les gritamos y ellos aprenden que es cuando gritamos cuando de verdad exigimos atención y que nos obedezcan, pues solo atenderán y harán caso cuando gritemos. Hay que reconducir las situaciones para romper ese esquema, acercándonos, hablando a su altura, con tranquilidad, para que reaprendan que el grito no es el punto de inflexión.

Construye una relación insana y nos aleja de ellos

A la larga, si la manera de gestionar los conflictos con los niños es gritarles, vamos a alejarlos de nosotros, a enseñarles que deben engañarnos, a sentirse solos y a que no confien en que les ayudaremos y guiaremos cuando se equivoquen en la vida. Tendemos una relación insana y estaremos alejados emocionalmente.

La adolescencia es una època maravillosa de la vida, yo estoy disfrutándola con mi hijo, en quien confio plenamente y con quien abordo los conflictos con respeto mutuo. Pero no quiero ni imaginar que tipo de relación tendríamos si no hubiera aprendido a dejar de gritarle y no quiero eso para vosotros ni para vuestros hijos tampoco.

La vida es muy larga y estoy segura que, si entendéis las razones para dejar de gritar a vuestros hijos, podréis tener una relación fluida, respetuosa, de confianza y mutuo crecimiento. ¿Verdad que es lo que deseáis?

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