Trece errores que solemos cometer con la alimentación de nuestros hijos
Nutrición Infantil

Trece errores que solemos cometer con la alimentación de nuestros hijos

HOY SE HABLA DE

Es común que desde que nos enteramos de que vamos a ser padres procuramos cambiar esas cosas de nuestra vida que consideramos poco saludables o perjudiciales para nuestro hijo. Por ejemplo solemos dejar de fumar o cambiamos el lugar donde lo hacemos, no acudimos con nuestro hijo a sitios que consideramos nocivos, vigilamos nuestro comportamiento en carretera y lo más común es que intentemos llevar una alimentación sana, o al menos más sana de la que teníamos.

Pero a pesar de nuestras buenas intenciones seguimos cometiendo errores, muchas veces son pequeños vicios adquiridos a lo largo de nuestra vida y otras son simplemente las consecuencias de malas informaciones, sobre todo debidas a publicidad engañosa o a creencias populares de nula base científica. Estos son trece de los errores más comunes que solemos cometer con la alimentación de nuestros hijos.

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Hacer que los momentos de la comida sean solo el de comer

Me explico. La comida o la cena, aunque también se podrían incluir el resto de comidas, son momentos magníficos en nuestra vida para compartir con la familia, no solo alimentos, sino experiencias.

Es cierto que siempre vamos corriendo, que el tiempo parece que sea cada día más escaso, pero parar y centrarnos durante una hora o aunque sea sólo media, en nosotros, en nuestra familia, en saber cómo le ha ido el día a los demás y compartir con ellos cómo ha sido el nuestro, trazas planes por pequeños o insignificantes que nos parezcan ayudará a forjar ese vínculo de pertenencia a la familia en nuestro hijo y a nosotros nos enseñará muchas cosas de nuestra familia que día a día, con actos como este, va cogiendo forma y entidad.

No dejar que juegue con la comida o use las manos, sobre todo en sus primeros contactos con ella.

"Con la comida no se juega", es quizás una de las frases que todos hemos oído en nuestra infancia. La llevamos grabada a fuego en nuestro interior y ese es el problema.

Cuando un bebé tiene sus primeras experiencias con la comida sólida pasa más tiempo intentando comprobar que es lo que se puede hacer con ella y los diferentes sabores que ahora saborea que el ver cuánta cantidad pueda meter en el estómago. Lo que para nosotros es jugar con la comida, para ellos es una forma de aprendizaje y estimulación cognitiva, una forma de familiarizarse con los nuevos alimentos.

Usar las manos para comer puede que no sea algo muy aceptado en sociedad, pero es uno de grandes placeres que nos da la comida y al igual que nosotros hemos aprendido a manejarnos en la diferentes situaciones, nuestros hijos también pueden hacerlo y así les podemos decir que en el comedor del colegio o en un restaurante no deben usar las manos, pero en casa las normas pueden relajarse un poco, sobre todo si nuestros hijos tienen ciertas dificultades para aceptar nuevos alimentos en su plato.

Cortarle la comida o darle de comer en la boca

Puede que no lo veamos, pero ser capaz de comer por uno mismo o de cortarse las salchichas sin ayuda puede hacer que vuestro hijo se sienta orgulloso de si mismo y crezca su autoestima. Tiene sentido, cuando son bebés que aún no tienen una buena coordinación y si les dejamos solo es probable que de todo el plato solo un par de cucharadas lleguen al estómago, podemos dejar que ellos sigan experimentando con la comida y mientras nosotros les damos de comer (os sorprendería lo rápido que adquieren la destreza suficiente como para saciarse).

Un niño de 5 ó 6 años, incluso más pequeño, debería tener ya una coordinación lo suficientemente adecuada como para intentar al menos cortarse su propia comida. Probablemente le tengamos que ayudar y más de un trozo de comida terminará en el mantel o en la camisa del que tenga delante hasta que le coja el truco, pero terminará aprendiendo.

Paciencia y un buen quitamanchas.

No poner algo en la mesa porque está "duro"

Bocadillos de pande molde, fruta cortada en trozos minúsculos o en papilla, los filetes lo más finos posible, etc. Vemos que nuestros hijos crecen, que usan ropa cada vez mayor, que andan, corren, hablan y se divierten en el colegio. De lo que no nos damos cuenta que los hábitos alimenticios también se van desarrollando con la edad y que no solo hay que poner más comida en el plato, sino que hay ciertos hábitos que deben irse eliminando.

Todo este tipo de comida "blanda" provoca que nuestros hijos apenas tengan que masticar, algo que es muy importante para un desarrollo bucal correcto y que evitará muchos problemas en el futuro. Debemos por tanto, hacer que nuestros hijos mastiquen bien los alimentos y no evitar aquellas comidas que puedan ser más duras o enteras (¿alguna vez se han comido una manzana entera tal como hacíamos nosotros de pequeños?

¿Acaso protestan cuando comen patatas fritas o kikos?

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Darle de comer demasiado

Las "raciones de la abuela" han conseguido que muchos niños crezcan con sobrepeso. No es nada fácil calcular cuanta cantidad de comida necesitan nuestros hijos. Muchas veces son ellos mismos los que mejor saben cuando parar, al fin y al cabo el estómago es suyo. El problema es que aquí entra el factor, "esto me gusta, esto no me gusta" y ya sabemos que algo que gusta ocupa la mitad que algo que no gusta.

Pero es importante no forzar a comer a nuestros hijos y recordad que hay mucha diferencia entre comer dos trozos de pollo que media pechuga.

Dale de comer solo lo que a el le gusta

No me refiero a que le demos de comer también aquello que no le gusta, por narices, sino a darle siempre lo mismo, o que su menú consista en unicamente dos o tres cosas para que coma bien y no tengamos un número en la comida.

Es importante que la dieta de nuestro hijo sea sana y equilibrada, pero también lo es que sea variada. Acostumbrarle desde pequeño a diferentes tipos de alimentos y sabores ayudará en su alimentación y le predispondrá a probar nuevos platos, no solo los que preparemos, sino de otras cocinas del mundo y a nosotros nos va a quitar muchos quebraderos de cabeza en el futuro. (No es fácil encontrar un tailandés que te prepare unos macarrones con tomate)

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Abusar de productos de escaso o nulo valor alimentario o utilizarlos como premio o chantaje.

Este punto daría para escribir varios libros, así que voy a intentar resumir y ya hablaremos más profundamente de ello en un futuro.

Está claro que la bollería industrial, los refrescos y zumos está muy presentes en la vida de nuestros hijos en general yen particular en su dieta, pero este tipo de productos que nos pueden sacar de un arieto un día son un verdadero problema cuando forman parte habitual en la dieta de los más pequeños.

Tendemos a pensar que los niños pueden comer casi de todo sin problema, pues al fin y al cabo están todo el día moviéndose, pero no es así, nada más lejos de la realidad. Abusar de este tipo de alimentos termina provocando graves efectos en nuestros hijos, como el desarrollo de diabetes de tipo II, caries y sobrepeso en la edad adulta y en muchos casos dichos efectos se producen mucho antes.

Premiar un comportamiento con una golosina debería tomarse con mucho cuidado pues estamos fomentando una preferencia por una alimentación nada saludable. Muchos pensaréis que se han comido chuches y bollos toda la vida y no todos habéis salido de talla XL o con diabetes y efectivamente el consumo esporádico de este tipo de productos no va a causar mucho mal, pero si lo analizáis friamente veréis que su consumo no es tan esporádico como pensamos.

Ejemplos de "si te comes el brócoli te doy una gominola/galleta/donut/etc" son mucho más comunes de lo que creemos y al final lo bueno que es comerse la verdura se ve oscurecido por un exceso de azúcar.

Usar la comida como chantaje o castigo

Ya vimos en el punto anterior que no es bueno usar la comida como premio, pero tampoco debemos usarla como castigo.

Decirle a un niño que como se ha portado mal le vamos a poner verdura en vez de un plato que sea de su agrado es fomentar una aversión por un plato que no se corresponde con la realidad y es innecesaria. Le estamos dando a entender que la verdura, por poner un ejemplo, no es igual de buena que la pasta o un filete.

También el volver a poner el mismo plato en la cena porque no se lo ha comido por la mañana no va a hacer que nuestro hijo le guste,es más, probablemente consigamos el efecto contrario.

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No predicar con el ejemplo

No esperes que tu hijo se coma el plato de judías verdes si nunca te ha visto a ti comerlo o te ve la cara que pones de disgusto al hacerlo o escucha comentarios despectivos de la comida.

Pensar que no tiene gustos propios.

Como a nosotros nos encanta la tortilla de patata a mis hijos les tiene que pasar lo mismo. Pues no, el gusto no se hereda y es algo que va madurando con el tiempo y con cada nueva experiencia culinaria. Lo que es importante es animarle, sin forzarle, a que pruebe cosas nuevas, a que pueda decidir si le gusta o no con algún dato más que no sea la vista y el olfato.

Prohibir algún alimento sin razón médica.

No hay, a priori, ningún alimento "malo", de la misma forma que tampoco existen los llamados "super-alimentos" por mucho que nos lo quieran vender. Hay alimentos que no deben comerse con cierta frecuencia o en ciertas cantidades y otros que se deberían comer a diario.

Prohibir por ejemplo, el chocolate o el chorizo en casa sin que exista una prescripción médica no tiene mucho sentido. Un bollo industrial no es lo más recomendable, pero que no sea recomendable no significa que tengamos que prohibirlo, si un día, por la razón que sea cae uno en el plato tampoco pasará nada. No hay por qué tenerle miedo a la comida, sino saber cómo comer bien.

Decirle que está gordo o muy delgado

Si con 7 u 8 años tenemos a un niño preocupado con su físico en breve tendremos un adolescente esclavo de su imagen. Si nos preocupa su peso, podemos ir variando su dieta con la ayuda del pediatra y de expertos en nutrición, animarle a que practique deporte o a que pruebe nuevos alimentos.

Decirle que es "caca" cuando coge comida del suelo.

Si un día se le cae un trozo de manzana y cuando lo recoge y se lo va a meter en la boca le decimos "eso no caca" ¿qué pensáis que entiende la próxima vez que le deis un trozo de manzana o con los trozos que le queden por comer? Hasta ciertas edades, la literalidad es una constante en la vida del niño. La "caca" es "caca" y si algo se cae al suelo, simplemente no se puede comer porque está sucio.

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